El sermón no funciona, a hablar menos y escuchar más
/Cada vez que tengo a mi hijos cerca y me ponen atención, siento que tengo la oportunidad perfecta para platicar con ellos de los temas que más me preocupan. Son momentos que valen oro molido. Sin embargo, ese oro molido se me escapa entre los dedos cuando me doy cuenta de que en lugar de ser una conversación, solo les estoy dando un sermón. No les pasa que mientras están hablando están pensando, —otra vez les estoy dando una plática eterna y de flojera.
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