La Montaña de la Vida

La semana pasada llevamos a mis tres hijos por primera vez a esquiar en nieve. Debo confesar que fue un viaje agotador, pero eso sí, lleno de historias y emociones increíbles.  Empaqué cinco maletas llenas de una lista interminable de cosas necesarias para tan emocionante viaje. Chamarras calientitas, calcetines gruesos, gogles, gorros, guantes ... en fin, todo lo necesario para que mis hijos fueran muy preparados.

Me subí al avión llena de agradecimiento al pensar en la gran oportunidad que les estábamos dando a los niños y de lo afortunados que éramos de poder vivir esta experiencia juntos. Estaba segura de que los tres iban a regresar con una maleta llena de aprendizajes, experiencias y anécdotas, por ser la primera vez que iban a esquiar. Sin embargo, qué sorpresa tan grande tuve cuando me di cuenta de que la maleta que regresaba desbordada de enseñanzas de vida, era más bien ¡la mía!

Llegamos al mágico pueblo que un día fue muy importante en la industria minera y una vez instalados, nos fuimos directo a dejar a los niños al Ski School. Los pobres no podían ni caminar con todo lo que tenían que cargar, pero eso sí, no les faltaba nada - casco, esquís, botas, Blistex, Kleenex y demás.

Después de tres días intensos de clases, al cuarto día, como decía mi cuñado, nos "soltaron" a los niños de regreso, listos para conquistar con nosotros la cima de la montaña. A pesar de que me aseguraron de que estaban preparados para bajarla esquiando ellos solos, no tuve el valor de llevarlos sin antes hacer un par de pequeñas pruebas para asegurarme de que de verdad serían capaces de hacerlo. Primero bajadas pequeñas, rectificando con ellos mil veces que supieran frenar y confirmando que de verdad hubieran entendido cómo subir y bajarse del lift.

Después de darme cuenta de que realmente lo habían aprendido y muy bien, me armé de valor y ¡ahora si! Todo listo para subir a la cúspide de la montaña con ellos.

De pronto, así como así, me encontré al borde de una empinada montaña esperando el momento para comenzar a bajar. Yo ya había esquiado esa misma montaña miles de veces, sin embargo nunca la había visto tan imponente y peligrosa, como en ese momento en el que me di cuenta de que mis hijos tendrían que enfrentarla.

Me acuerdo que mi hija mayor volteó a verme, como buscando mi aprobación a la locura que íbamos a hacer. Yo sólo le sonreí y asentí con la cabeza tratando de darle esa seguridad que tanto necesitaba para animarse a empezar a bajar; obviamente escondiendo detrás de esa sonrisa, el pánico tan grande que realmente yo sentía.

Empezamos nuestro descenso y me di cuenta que al principio me necesitaban de líder.  Me pidieron mostrarles el camino y como pollitos a su mamá gallina, me empezaron a seguir. Después de un rato, cada uno de ellos decidió su propia ruta y velocidad con la que querían continuar, dejándome atrás y trazando su propia e individual historia.

¡Qué gran lección! Yo Mariana entendí que como padres, durante los primeros años de vida de nuestros hijos, somos sus guías, sus líderes. Nos encargamos de mostrarles el camino que creemos es el más conveniente para verlos llegar, a donde estoy segura de que todo padre quiere ver llegar a sus hijos: a la Felicidad.

Sin embargo, me di cuenta de que la llegada de ese momento en el que cada uno de mis hijos escoja su propia ruta, será inevitable. Estoy segura de que será muy diferente a la ruta a la que yo a lo mejor hubiera escogido para ellos, pero sé que si los quiero tener cerca en mi vida, deberé respetarla y apoyarla siempre.  

Al darme cuenta de esto, les di esa libertad que me pedían a gritos y me cambié de posición, ahora como espectadora en primera fila, esquiando unos cuantos metros detrás de ellos.

Qué difícil fue el observar como en algunos momentos se iban directamente al costado más difícil de la montaña. Me moría de ganas de enderezarlos, de gritarles "¡por ahí no!", de evitarles la irremediable caída. Qué gran enseñanza como madre. ¿Les voy a poder evitar los golpes y caídas en la vida? seguramente no. Entonces, me mordí los labios y decidí callarme y esperar. La forzosa caída llegó y me acerqué lo más rápido que pude a asistir a mi hija. Me volteó a ver esperando que extendiera mi mano para levantarla. Sin embargo,  cual fue su sorpresa cuando me tiré junto a ella y le dije: "Fíjate bien, te voy a enseñar a levantarte sola". Después de miles de intentos por fin se levantó y al ver en sus ojos ese orgullo en sí misma y esa satisfacción de haberlo logrado, me sentí realmente feliz.

Creo que es muy importante que como padres, aunque nos cueste hasta el alma - después de haberle dado a nuestros hijos todas las herramientas y "equipo" necesario para que enfrenten cada uno su montaña - dejarlos caer. Es imposible pensar que al evitarles esas caídas los estamos ayudando o protegiendo. Es más bien, enseñándoles a levantarse y a resolver sus caídas solos, como realmente veremos en nuestros hijos transformarse en adultos independientes, seguros y felices.

Obviamente la paciencia es clave, y debo confesarles que en varias ocasiones la perdí entre los árboles nevados de la montaña, ja ja. Pero me quedo tranquila y satisfecha de saber que por lo menos traté con todas mis fuerzas de enseñarles algo.

¡Que gran viaje! Cuántas cosas aprendidas y vividas.

Mis queridos hijos lindos: Les deseo una vida llena de montañas con senderos preciosos. Sé que al principio querrán trazar su ruta y bajarla muy rápido, con todas sus ganas y a la mayor velocidad posible; sin embargo, de repente, acuérdense de parar, tomar un respiro y disfrutar del increíble paisaje que tienen a su alrededor.

Espero tener la misma fuerza y valor para dejarlos volar cuando llegue el momento de que salgan al mundo a escribir su historia. Creo que nunca estaré preparada para ese momento, pero espero que cuando ese instante llegue, los vea listos y ansiosos por irse, pero eso sí, seguros de que siempre, hasta el día que me muera, estaré unos cuantos metros atrás para llegar a rescatarlos incondicionalmente cada vez que me necesiten.

Escríbanme a: yomarianablog@yahoo.com

Síganme

3 Comments

Yo Mariana

Welcome to Yo Mariana! I share experiences through my photos and stories in my bilingual Houston lifestyle blog. Click here to learn more about what to do, eat and see in Houston, read fun reviews about products that I like, my personal stories and even some running tips.