Hoy Diez de Mayo, es imposible no pensar en ti querida Abuela. Es el primero sin tu presencia  y me inunda una tristeza muy grande. Lo bueno es que esa ausencia es sólo física, porque sé que has venido a verme y he disfrutado mucho esos abrazos que nos hemos dado en sueños.

Te vi recorrer el camino hacia la muerte; gris, opaco y triste. Muy diferente a los colores que escogiste durante tu vida; brillantes, nunca tenues. Viviste emanando rojos explosivos, amarillos alegres, morados divertidos y azules sinceros.

Durante mi niñez, tus amarillos alegres y esos morados divertidos llenaron mi alma. Los mejores colores durante la inocencia de la infancia. Durante mi adolescencia, sólo veía tus rojos explosivos y miles de azules honestos sin la madurez necesaria para entenderlos. Sobre todo, esos azules llenos de sinceridad que sacudían mi ego y esos rojos explosivos que me enderezaban el rumbo. Colores de los que me llevo millones de enseñanzas y las inevitables ganas de imitarlos y aplaudirlos.

A pesar de ser testigo de toda esta amplia gama de colores, siempre hubo un color constante, quizá el más importante, el color blanco de tu presencia, el que más extraño. Un blanco que me envolvió con una paz inexplicable, con una sensación de hogar que me abrazó y no dejó que me alejara jamás. Un blanco desbordando amor, que me acompañó durante toda mi vida a tu lado.

Extraño tus colores, los extraño tanto, me asfixia el no verlos. Sin embargo me tranquiliza el pensar que estás en ese lugar en donde todos tus colores se volvieron a iluminar con muchísima más intensidad que antes. Colores que nos protegerán y escoltarán durante el resto de nuestras vidas.

Te quiero mucho Lita,

Tu nieta

Feliz día de las Madres a todas aquellas mujeres que, día tras día, inundan de colores preciosos la vida de sus seres queridos.

En especial a mi madre, que sabe que la adoro con toda el alma y a mi suegra, que durante todos estos años me ha compartido siempre su cariño pero sobre todo, su amistad.

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