Caras vemos, angustias no sabemos
Este es uno de los artículos que más trabajo me ha costado escribir. Me obligó a enfrentarme a una realidad que no podía ver, o más bien, prefería no ver. Me puso frente a frente con preguntas incómodas como ¿estoy realmente disfrutando mi vida de mamá? y no lo digo desde un lugar dramático en donde piense que estoy viviendo un infierno, no, es simplemente el cuestionarme el por qué mis días a veces parecen una lista de actividades a cumplir, en donde me invade una frustración profunda al darme cuenta cuando cae la noche de que no tuve el tiempo para hacer lo realmente importante.
A veces me siento ajena a mi propia familia, como si mi única función como mamá fuera administrar las agendas de mis hijos, servirlos y ordenar el ambiente en el que se desenvuelven para que lleguen a su máximo potencial. Caigo en ese juego de querer controlar y ordenar las miles de piezas del rompecabezas de nuestra vida familiar y llega a mi este pensamiento incómodo en donde sé que a pesar de pasar todo el día físicamente con ellos, siento que no estoy realmente con ellos. A veces, navego como un ser ausente que limpia, cocina y administra sus actividades sabiendo que cuando ya no estén, me voy a arrepentir de no haberlos disfrutado más.
Vivo como un ser secuestrado y manipulado por una agenda que satura mi mente todo el día y me lleva a estados de ánimo en donde ni yo misma me reconozco.
Paso mis días con una sola meta, ponerle una palomita a la mayor cantidad de pendientes posible, pensando que entre más actividades termine, mejor me voy a sentir.
Lavar la ropa, check.
Ayudar en el comité de la escuela, check.
Editar las fotos para el post, check.
Terminar la campaña de Instagram para mi cliente, check.
Llevar a mis hijos a sus clases en la tarde, check.
Llamada por Zoom para un nuevo proyecto, check.
Preparar el nuevo episodio del podcast, check.
Terminar de hacer la comida y poner la mesa, check.
Asistir a la rueda de prensa de la nueva exhibición, check.
Una lista que parece interminable, porque ¡sorpresa! sí lo es. Siempre hay algo nuevo que agregar. Solo de acordarme de mi lista de pendientes de hoy, siento cómo mi ansiedad comienza a elevarse poco a poco. Ansiedad que sube y baja varias veces durante el día para la cual tengo mis trucos para controlarla, como salir a correr, si es que esa agenda maligna me lo permite.
Cuando por fin me relajo y estoy a punto de irme a dormir, me acuerdo que leí un artículo en Goop que decía que supuestamente tengo que hacer una limpieza facial de ocho pasos todas las noches y que si no empiezo hoy, me voy a arrepentir cuando cumpla 60. Ahora, ¿este momento se supone que es de tranquilidad y del famoso “self-care”? y entonces ¿por qué se siente como un golpe al estómago? como otra actividad a la que debo también ponerle palomita en lugar de supuestamente hacerme sentir mejor.
Mi esposo, al que adoro con todo mi corazón, siempre me ofrece ayuda cuando me ve agobiada o preocupada, especialmente ahora que trabaja desde casa y ve de primera mano cómo mis días a veces parecen imposibles de administrar. Ahí esta de nuevo esa palabra horrible: “administrar”. Sin embargo, en mi afán por hacer todo perfecto me resulta muy difícil delegar ciertas cosas al pensar erróneamente que yo soy la única persona que lo puede hacer.
Y justo en el momento en el que por fin pongo la cabeza en la almohada, inevitablemente empiezo a repasar esa lista de cosas que tenía que hacer a ver si no me faltó hacer algo y ¡no puede ser!, se me olvidó marcarle a mi mamá y poner la orden online del súper para recogerlo a la mañana siguiente. Ahora el refrigerador va a estar vacío mañana. Se los juro que hay días que pienso que se me va a olvidar la graduación de alguno de mis hijos de lo ocupada y agobiada que estoy, no es broma.
De pronto me acuerdo de lo que siempre me decía mi abuela, “si tú no te cuidas, nadie lo va a hacer por ti” pero mi abuela murió hace varios años y ya no tuvimos la oportunidad de platicar, de mujer a mujer, de esta nueva etapa de mi vida como madre. Nunca me explicó cómo se ve eso de cuidarme en mi día a día.
Cuando por fin estoy a punto de quedarme dormida me voy a mi happy place, sueño con ese viaje que siempre he querido hacer; irme sola a alguna isla en el mediterráneo en dónde solo me dedique a escribir, nadar en el mar, correr, dormir bajo una palmera y volver a escribir. Todo va muy bien hasta que de pronto me invaden sentimientos de culpa, así nada más sin avisar y sin invitación: pero ¿cómo me voy a ir yo sola? ¿y mi esposo y mis hijos qué?
Podríamos llegar a la conclusión que efectivamente, estoy agotada, saturada, drenada y exhausta. Pero ¿qué no todas las mamás del mundo también lo están? ¿Existe alguna solución? ¿Será que tendré que cancelar proyectos de trabajo, aunque me guste tanto hacerlos, para tener más tiempo para mi familia? ¿Necesitaré manejar mi semana mejor?
Y fue ahí cuando el universo puso en mi camino a la Doctora Pooja Lakshmin con un artículo que publicó en el New York Times que se llama “How Society Has Turned Its Back on Mothers”.
En el artículo, la autora analiza a fondo cómo durante este último año, las estructuras sociales y sistemas de ayuda nos han fallado sobre todo a las mamás y cómo el sentirnos abrumadas por esta falta de estructura exonera al sistema completamente y pone la responsabilidad de cambio en la persona en lugar de en el sistema.
Estoy totalmente de acuerdo con la Dra. Lakshmin, esta saturación de actividades y responsabilidades ha aumentado exponencialmente al perder estructuras causadas por la pandemia. Sin embargo, ella menciona que para ver esos cambios que tanto anhelamos en la estructura social podemos también empezar desde nosotras mismas.
Tuve la oportunidad de platicar por Zoom con la Dr. Lakshmin gracias a Responsibility.org. Dr. Lakshmin es escritora y psiquiatra especializada en la salud mental de la mujer. Hoy comparto con ustedes seis consejos que compartió con nosotros en esa llamada:
1.- Ignorar tus sentimientos no es la solución:
Dr. Lakshmin nos comentó que es muy importante conectar con nuestros sentimientos a través del amor incondicional, la autocompasión, las relaciones personales auténticas y rodearnos de amistades con significado. Cuando lleguen a nosotros sentimientos de culpa o desesperanza, aprendamos a coexistir con ellos pensando que no son el problema, sino la solución. No debemos dejar que estos sentimientos nos definan, sino más bien que nos permitan tener una relación flexible con nuestra mente al cuestionarlos desde un lugar de amor y curiosidad.
Es importante mencionar en este punto que identifiquemos cuáles son nuestros mecanismos de escape a estos sentimientos cuando no coexistimos con ellos. El refugiarnos en el alcohol o en trastornos alimenticios no nos van a hacer sentir mejor y no será un buen ejemplo para nuestros hijos.
2.- Cómo dejar de vivir como CEO´s de nuestras familias:
La doctora nos explicó que necesitamos entender que cuando vivimos solo cumpliendo obsesivamente con nuestra lista de pendientes, estamos operando desde la corteza prefrontal de nuestro cerebro. Debemos buscar el reconectar con nuestros sentimientos y aprender a coexistir con ellos en lugar de evadirlos, como menciona en el punto anterior.
3.- De nada nos sirve vivir como guardianes de la maternidad y jugar el papel de mártir:
El vivir como guardianes de la maternidad significa mostrar una inflexibilidad absoluta al no querer soltar ciertas responsabilidades al no cederlas a nuestras parejas. Actividad que detona nuestra ansiedad al máximo al permitir que nos ayuden a su manera. Debemos entender como mamás y esposas que esta bien pedir ayuda y soltar. Es importante también el no esperar que la persona que nos está ayudando lo haga exactamente como nosotros lo hubiéramos hecho. Cada uno tiene una personalidad parental diferente y eso solo enriquece la educación de nuestros hijos.
El jugar el papel de víctima y de una mamá mártir que sacrifica todo por sus hijos es una creencia equivocada que muchas veces se confunde con ser una actividad noble pero que al final del día solo nos causa resentimiento, amargura y problemas de salud mental.
4.- Cómo salir de la trampa de pensar que tomaremos la decisión perfecta:
Nunca tomaremos la decisión perfecta y mucho menos en este último año de pandemia en donde un sistema quebrantado no has obligado a creer que debemos hacerlo. Preguntas como ¿Mandaré a mis hijos a la escuela presencial? ¿Deberemos hacer ese viaje? ¿Estará bien ir a visitar a mi mamá? son imposibles de responder correctamente. El pensar que encontraremos la solución correcta a cada una de las decisiones que debemos tomar durante el día nos da una ilusión de control. Es ahí donde debemos identificar esos pensamientos y pensar: “Ahí va mi mente de nuevo diciéndome que hay una respuesta perfecta”. Y así será más fácil identificar si esos pensamientos son realistas o productivos.
5.- El self-care es un verbo.
El cuidado personal se ha transformado en la panacea para la mamá exhausta, sobresaturada y adicta al trabajo. El pensar que el ponernos una mascarilla de tumérico nos va a hacer sentir mejor es falso. El verdadero self-care es reconocer que sólo nosotras podemos darnos el permiso de recuperar nuestro tiempo y nuestra energía. Esto a lo mejor significa el tener conversaciones difíciles con nuestras parejas o jefes acerca de qué pendientes son importantes y qué cosas van a tener que esperar.
6.- Poner limites y aprender a decir que no.
Todo esto se refuerza al poner límites y aprender a decir que no. La Doctora Lakshmin lo describe como ejercitar un músculo, hacerlo muchas veces hasta sentirnos cómodas contestando que no a actividades que muchas veces aceptamos por pena o por compromiso.
Estos pasos no son mágicos. En mi caso ha sido un proceso en donde hay días que funcionan y otros que no. Trato de regresar al presente cada que puedo, y quedarme ahí, viviendo cada una de las emociones que estoy sintiendo a cada momento. Identificándolas, tratándolas con cariño y compasión cada vez que el futuro me agobia o el pasado me entristece.
Espero que esta narración y mostrar mi vulnerabilidad al compartir con ustedes mis pensamientos les sirva tanto como a mí, la verdad es que todo esto a lo mejor en Instagram no se percibe, pero está ahí, en mí.
Este post es dedicado a una persona que quiero mucho que sé que esta pasando por un momento difícil. Espero aquí encuentre consuelo, empatía y mucho cariño.
Para ti amiga, tú sabes quién eres.
En Responsiblity.org, el mes de abril es el mes de consumir bebidas alcohólicas responsablemente y además cumplen 30 años de ofrecer herramientas a padres alrededor del mundo para evitar accidentes automovilísticos por exceso de consumo de alcohol, pero, sobre todo, dan herramientas de cómo platicar con nuestros hijos al respecto.
Gracias a la Doctora Pukshmin por ese artículo que me abrió los ojos y por esa increíble plática que me ayudó tanto. Gracias también a responsibility.org, con quien es un placer colaborar en la noble causa de proveer herramientas para padres buscando la responsabilidad y buena crianza de sus hijos.